domingo, 18 de diciembre de 2016

Lo público y lo privado en Eduación

La mejor y más directa manera de expresar el sentido político (cívico) es afirmar que una escuela pública sirve al bien común y especialmente a los más necesitados, a los grupos y clases sociales más desfavorecidas. Como han señalado Victoria Camps y Salvador Giner (2008: 45), «nadie, pero sobre todo el que más tiene,  puede  desentenderse  del  bienestar  y la  felicidad  del resto.  Ese es  el compromiso que obliga al ciudadano y ciudadana en una  democracia».  No se trata, aquí, de una escuela exclusiva para los sectores sociales desfavorecidos como si de un  guetto  se tratase, sino, entiéndase bien, una escuela al servicio de la ciudadanía, pero especialmente de aquellos y aquellas que no quieren, pueden, ni  tienen  que  comprar  el  servicio.  El  sentido  cívico  político de lo  público se realiza en la materialización de un derecho ciudadano: el derecho a la educación. Por ello, como hemos visto antes, este derecho abarca a todos y, de ninguna manera, puede ser un derecho excluyente y, mucho menos, ha de convertirse en mercancía.  Lo  que  sucede,  normalmente,  es  que  muchas  familias  abrazan  el  mito  de  que lo  gratuito  es  de  mala  calidad  y  lo  caro  o  lo  que  tiene  un  precio  y,  por  tanto,  ha de ser pagado, es de buena o mucha mejor calidad. Con este razonamiento no solo se anula el potencial de los derechos y se enraíza y legitima al mercado, sino que se abdica de la adscripción a la ciudadanía, trocándola por la de cliente (Laval, 2004; Sandel, 2012).
 
Angulo Rasco, J. (2016). Lo público y lo privado en Educación. ed. Zaragoza, pp.17-23.



Este es un párrafo de uno de los documentos que escogí, elegí este párrafo porque me parece que resume muy bien de lo que iba mi documento y además, creo que abarca un gran problema que estamos teniendo en la actualidad. Este problema es creer que lo público es peor que lo privado.

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