ENSEÑANZA PÚBLICA Y PRIVADA EN ESPAÑA:
SOBRE EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN *
Carlos Lerena
Universidad Complutense
Facultad de Filosofía y CC. de la Educación
Homogeneizar y diferenciar constituye la doble función que, de muy distintos modos y en una multiplicidad de planos, cumple el sistema de enseñanza en las sociedades contemporáneas. Durkheim, desde un planteamiento clásico, hacía notar el carácter en principio contradictorio -y por ello abierto al conflicto- de esa función escolar de doble cara. Efectivamente, desde un planteamiento de conocida y estricta ortodoxia, el sistema de enseñanza se ocupa a la vez de alcanzar el objetivo de la unidad básica en todo conjunto social, y al mismo tiempo del establecimiento en él de la diversidad y desigualdad legítimas, no menos necesarias que esa unidad básica. O dicho en otros términos, el sistema escolar, por una parte y hasta cierto punto, trata de uniformizar, de homogeneizar, de unificar, estableciendo un consenso básico y mínimo en virtud de un proceso continuado de imposición e inculcación de hábitos intelectuales y morales comunes a todos. Por otra parte, y siguiendo el imperativo de su lógica de funcionamiento, dicho sistema contribuye a diversificar, diferenciar, seleccionar, jerarquizar a la población que le está sometida, ya que ésta constituye el flujo llamado a alimentar una forma determinada de división social*
Este texto -que se acoge a las libertades del ensayo constituye el resultado dela re~escritura de ciertos capítulos de una investigación, hasta ahora no publicada, la cual fue financiada por la Excma. Diputación de Madrid, siendo presentada en marzo de 1983. Esta investigación -seis volúmenes- se titulaba Tipología de centros y mapa escolar de la provincia de Madrid. No por vía de supresión sino de ampliación, el trabajo que presento ahora es claramente independiente -en su objeto y tratamiento de dicha investigación, la cual consistía, para un ámbito espacial concreto, en otro tipo de análisis, con inclusión de materiales empíricos, cuantitativos y cualitativos, cuya re~ cogida incluso parcial, no hubiera sido aquf relevante. Por otra parte, un distinto, pero convergente tratamiento de la cuestión debatida, realizado con posterioridad al que aquí se incluye, puede verse en mi trabajo «Sobre el pluralismo educativo como estrategia de conservación), en C. Lerena (comp.) Educación y sociología en Espafla (Se~ lección de textos), ed. Akal, Madrid 1985.
del trabajo. Comunidad escolar, formación integral, enseñanza vidualizada, educación diferencial, descubrimiento de aptitudes y muchas expresiones constituyen, en lo que tienen de cómodos mas ideológicos -tan aptos para alimentar la pereza mental del es usual hacer alarde en este campo-, meros eufemismos: buena de ellos aluden pudorosamente a esa doble función social del sistema escolar, sin el reconocimiento de la cual -más acá o más allá del lenguaje durkheimiano- la investigación en sociología de la educiación seria difícilmente lo que ha sido en el pasado y lo que es Para el caso de la sociedad española tradicional el sistema es<:olllri se ha ocupado más de la segunda cara de esa doble función diversificar- que de la primera de ellas -homogeneizar. Realmente el sistema escolar español funciona socialmente sobre todo como instrumento de legitimación social para una minoría de elegidos, y en todo caso, como un instrumento de mera promoción o movilidad vertical para, ciertamente, significativas capas de población. Dicho sistema se ocupa, sobre todo, de una mitad de su cometido: diferenciar, seleccionar, certificar la va/fa de un sector privilegiado de la población. Se ocupa, en una palabra, de legitimar la diferencia, consagran' do una particular estructura jerárquica dentro de unas determinadas distribución del poder y división del trabajo. Todo parece indicar que la otra vertiente de su función no ha tenido su brazo más significativo y poderoso en el propio sistema escolar. Esencialmente esa función cohesiva y formativa ha sido cumplida al menos por dos instancias del sistema educativo, en sentido ampliado, y que han sido, por una parte, la familia, y por otra, el aparato "eclesiástico tradicional. O dicho de otro modo: en materia de hábitos básicos de pensamiento, de sentimiento y de acción, los españoles han estado sometidos más eficazmente a la fuerza impositiva de la familia y de la organización eclesiástica que a la fuerza del influjo del sistema escolar. Tanto el consenso básico como lo que históricamente ha sido también disenso básico, en suma, el tronco de hábitos y sentimientos comunes que unen, pero que en una sociedad tradicionalmente dual como es la española, separan, ha descansado especialmente en las dichas instancias educativas, cuya fuerza social ha llegado más allá que la que ha tenido tradicionalmente el sistema escolar o de enseñanza. Todas las estrategias sociales de conservación social han tenido -y tienen- sus bastiones ideológicos esenciales y últimos, no en el sistema escolar, sino en la organización familiar y en el aparato eclesiástico. Dicho sistema ha estado, y está, fuertemente subordinado a estas dos últimas estructuras. Al cabo de un proceso de honda transformación de las estructuras sociales, hacia finales de los años 70, el sistema escolar español parece estar instalado en una nueva problemática. Esta nueva problemática presenta ciertos rasgos que parecen invertir la situación tradicional. Por una parte se está asistiendo a una pérdida de peso -al menos desde el punto de vista cuantitativo- de la función jerarquizadora y distribuidora del sistema escolar. Se ha atenuado, de alguna la capacidad de dicho sistema como instancia, al menos única y más relevante, de promoción individual: esa enorme masa de graduados con títulos devaluados socialmente, que tienen rotas sus expectativas, no ya de movilidad ascendente, sino de inserción laboral y social, dentro de un mundo, el cual fuera del ámbito del consumo, parece no necesitarlos. Por otra parte, y desde el otro costado, todo
indica que -a la inversa- teórica o potencialmente, se ha revalorizado el papel del sistema escolar como instrumento susceptible de inculcar ese fondo o suelo de ideas-sentimientos básicos que hacen posible, a la larga, y de modo estable la convivencia, y ello dentro de
las estructuras sociales y políticas a las que en los últimos años se ha accedido en España.
Este planteamiento -sobre el que no se considera necesario en este momento extenderse- parece proporcionar razones sólidas para defender un diagnóstico global, punto de arranque de este trabajo y que podría sintetizarse en pocas palabras. Actualmente, el sistema escolar español -cuya estructura básicamente dual y cuya lógica de funcionamiento sería ingenuo pensar que se ha transformado sustancialmente- está situado ante la posibilidad de inclinar el peso de su creciente desarrollo, no en su papel de instrumento de selección distribución, sino precisamente en su papel histórico como instancia unificadora y formativa. No simplemente acceder a la cultura -como trampolín para merecer éstas o las otras posiciones sociales- sino recrear esa cultura e internalizarla, y ello en un transformado proceso de inculcación; no servirse de la cultura como medio, sino hacer de ella -de la formación personal- un fin. Tal parece el reto -o si se quiere, la ilusión- que podría afrontar el sistema escolar español a comienzos de los años 80, esto es, en una época en que precisamente las ilusiones parecen abolidas, borradas de los mapas oficiales del surrealista pragmatismo que nos gobierna. Dentro de una sociedad que en parte ha convertido en arcaicas ciertas estructuras, en otro tiempo básicas, el sistema de enseñanza constituye uno de los medios por excelencia para dotar de cohesión y de profundización a esas nuevas estucturas emergentes. Dicho sistema aparece, en suma, actualmente como órgano social susceptible de contribuir a la recreación y al fortalecimiento de un fondo de hábitos morales e intelectuales comunes a través de una inculcación sistemática de los mismos- sobre los que basar un renovado régimen de convivencia.
Bibliografía:
Marxismo y sociología de la educación. AKAL UNIVERSITARIA
Serie Educación
Dirigida por
MARIANO F. ENGU!TA
Autor:
Carlos Lerena (1986)